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sábado, 9 de marzo de 2013

La tierra de Goyo


Hace ya cierto tiempo que no entro por aquí, demasiado para lo que era habitual en mí, que con bastante frecuencia solía poner alguna entrada con más o menos fortuna...
No es mi intención de que con motivo de este relato alguien se pudiera dar por aludido, es una simple idea que se me ha ocurrido contar y nada más...
Goyo estuvo mucho tiempo fuera de su tierra, prácticamente toda su vida adulta, porque marchó con apenas veinte años y no regresó hasta bien pasados los sesenta. Venía una o dos veces al año para ver a los suyos, saludos por aquí, tertulias por allá y así se pasaban los pocos días de vacaciones que traía; con tanto jaleo no se daba cuenta de lo que en realidad había en aquel pueblo que le vio nacer, nadie se lo explicaba ni a él se les ocurría preguntarlo, por otro lado tampoco venía a cuento, y así ocurría una vez tras otra de sus visitas.
Al cabo del tiempo, de mucho tiempo, llegó el momento de quedar definitivamente instalado en su tierra, porque Goyo así lo había planeado y esa era su intención desde siempre, “cuando me jubile me voy para allá, seguro”, lo repetía siempre que llegaba la ocasión y así lo hizo.
Pasados unos días, después de haberse instalado comenzó a darse cuenta de la realidad, pudo advertir desde su nueva situación que todo era muy distinto a como él lo había previsto; ahora advertía, entre otras cosas, que evidentemente no era un joven ni mucho menos, que después de tanto tiempo apenas conocía a nadie, que le estaba costando adaptarse más tiempo y dificultades de las previstas. Pero lo hecho ya no tenía marcha atrás, así que entre la soledad y el aburrimiento decidió enfrentarse a la situación con el propósito de que bajo ningún concepto dejarse abatir.
Comenzó a observar el entorno, el funcionar burocrático, el pajear de las gentes, oír esto o aquello… Pero cuantas desilusiones, que diferente era todo, que triste; ¿por qué se vino?, así pensaba en un principio, se notaba tan fuera de lugar… Echaba de menos toda su vida anterior,  sus amistades, el trabajo a pesar de las dificultades con el inherente desasosiego, porque a pesar de  ello le gustaba aquel trajín, todo era para él muy suyo y entrañable. Se preguntaba el por qué había cambiado todo en su modo de sentir, con la añoranza por regresar que había tenido siempre; podía recordar algunos detalles cuando estaba fuera, como pudiera ser por ejemplo el oír el himno de su tierra o alguna canción propia de ella que le hiciera recordarla; se le ponían los pelos como escarpias, no lo podía remediar, eran tantas las ganas por volver… Estaba deseando que le contaran cosas que pasaban, bien fuera de la gente o cualquier acontecimiento, todo era importante para él… Cuando venía, lo hacía tan entusiasmado, que al pasar Sierra Morena le parecía el cielo más limpio, aquellas casas blancas con sus gentes tan guapas y simpáticas, que grandeza todo aquello…
Pero…, ay su tierra, ¿y por qué le decía suya?, si no era suya, nunca lo había sido, solo ha pertenecido a unos pocos y…así continúa. Ahora son otros los señoritos, nunca va a cambiar su tierra, de una manera u otra siempre hay señoritos en ella; pero estos señoritos de ahora son distintos, no se les ve a caballo con tanta frecuencia como iban los de antes, los equinos solo los utilizan para las romerías, ahora llevan jeep, todo terreno le dicen, coches con poderío que cuando te montas en ellos lo dominas todo; pero por esto tampoco les falta el coche de alta gama que es una maravilla ver cómo anda por carreteras y autopistas, es que no los sientes al comprobar su suavidad y confort. Tienen también unos estupendos cortijos, y aparte de sus casas habituales, chalés o apartamentos en la playa, todo muy moderno y bien conservado, con sistemas de seguridad muy sofisticados que se enteran por el móvil si ocurre alguna cosa rara en sus propiedades; bueno, y muchas cosas más, no les falta detalle a los nuevos señoritos de su tierra. Con lo poco que le han gustado a Goyo los señoritos, los veía muy distantes, superiores; qué tontería, ¿verdad?...
Pasa el tiempo y sin darse cuenta va viendo y conociendo el movimiento de la calle, la gente que transita, le inquieta sobremanera el afán de saber de todo; pregunta por alguno, ¿ese de quien es hijo?, ¿cuál es su familia?; se entera de su procedencia, aumenta su curiosidad y piensa, pero si ese no quiso estudiar, recuerda que en la escuela era muy flojo, se pasaba las horas distraído… Pues ahí lo tienes, es de los más ricos del pueblo, no sería tan flojo ni distraído…
Bueno, pues así va repasando todos los pormenores y detalles que le resultan novedosos; se interesa por el funcionamiento de los distintos organismos, comprueba por qué están y para qué sirven. Observa también que ahora existen muchas cosas que antes no las había, como es una piscina municipal, pero… ¿quién pensaba en sus tiempos de niño y adolescente en una piscina?, a bañarse en el río o en alguna alberca; disponen en su pueblo también de un pabellón deportivo que además se utiliza para fiestas, bailes y proyección de películas. Se organizan viajes para los mayores, este colectivo dispone también de un local de reuniones y esparcimiento para echar una partida de cualquier juego de mesa, ver la televisión, leer la prensa y departir con lo demás; es verdad, hay ahora buenas cosas, porque antes para pasar un rato de tertulia con los amigos y conocidos o echar una partida no existía otra salida que acudir a los bares del pueblo, es lo que había…
Poco a poco Goyo se va familiarizando con todo, sin apenas notarlo se integra con los demás y convive con ellos con toda naturalidad; tampoco le cuesta demasiado al ser natural del pueblo y haberse criado con muchos de ellos, comparten recuerdos y vivencias y en algunos casos hasta parentesco. Con su nuevo círculo de amigos se lo pasa bien, está ahora contento y tranquilo; disfruta de una paz que no tenía antes por razones laborales, porque tenía que desplazarse a diario al lugar de trabajo, madrugar mucho y transitar por una gran ciudad con mucha circulación y ruidos, al terminar la jornada llegaba a casa con el tiempo limitado para acicalarse, cenar y disponerse a descansar.
Todo había cambiado para Goyo de forma radical, como de la noche al día, su trabajo le había costado adaptarse a ello; al principio para él todo era algo irreal que se hubiera acostumbrado, como si soñara, nunca había podido imaginar que pudiera llegar a vivir con tanta tranquilidad. Ahora ya no la cambiaría por nada.

Cordial saludo    

6 comentarios:

  1. Jesús todos llevamos dentro un Goyo con diferentes matices,yo por ejemplo me gusta volver y sentir esa emoción,pero pasado un tiempo quiero regresar, añoro mi día a día mi familia,las cosas en pequeñas dosis, ya sabe, como el tarrito de las buenas esencias.
    Que no decaiga tu animo y sigue escribiendo,un abrazo.

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  2. Nos tienes abandonados Jesus,echabamos en falta tus historias de aquellos años que se fueron veloces. Saludos
    Juan

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    Respuestas
    1. No te lo creas Juan, muy lejos del abandono, a pesar de que no escribo apenas, estoy muy pendiente de "Marochos", me gusta mucho estar al tanto de las entradas que se van sucediendo. Yo ya conté mis cosas en relación a mi estancia en el pueblo y no se me ocurren más, trato de sacar otros temas que pudieran interesar pero me resulta complicado; se ve que la creatividad literaria no es lo mio. Gracias por tu comentario, pero me gustaría saber qué "Juan" eres.
      Cordial saludo

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  3. Jesús: Tal como dice Enrique, cada uno de nosotros llevamos un Goyo dentro. Los que vivimos fuera, soportamos con gusto esa carga de añoranza que nos une con nuestra tierra. Me identifico plenamente con tu relato.

    Un saludo

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  4. He pasado por aquí y te encontré con un escrito nuevo.
    A las mujeres también nos ocurre igual, aunque no nos llamemos: "Goya" (es broma). El primer pensamiento de la mañana, al despertar, siempre es para mi madre y para mi pueblo. Hay días que se me agolpa toda la nostalgia de golpe y ¡eso duele!...duele mucho.
    Tu relato es fiel a la realidad. Supongo que si regreso me pasaría como a ese Goyo que mencionas...Al principio tendría un gran vacío y desconexión. Aquí, estoy unida a muchas cosas: amigos, actividades, terapias, médicos y un largo etc. Tarde o temprano, sé, que mis visitas al pueblo se incrementarán...pero...ya me encuentro dividida y tengo, como dice la canción: "El corazón partío".... Un beso.

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  5. Al leer lo publicado, veo que sobran las palabras:"de golpe", perdona, esto tiene que ser cosas de mi despiste...o de otra cosa que prefiero no mencionar.

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