
En el tiempo a que me refiero, se frecuentaban mucho la plaza y los paseos en las tardes de fiesta, los bolsillos no estaban todavía en condiciones de sentarse en veladores o ir de bar en bar haciendo consumiciones, eso quedaba para los “señoritos” y algunas personas ya maduras; los demás, la inmensa mayoría, los jóvenes en especial, teníamos que conformarnos con “sacar agua de la noria”, y lo hacíamos contentos y divertidos, muy ilusionados, porque se acudía con la esperanza de poder ver a esa persona que te atraía, que sentías interés por ella….
Tras largas deliberaciones conmigo mismo, ya tenía perfilada la muchacha que me gustaba, en silencio la había observado, con disimulo había preguntado a quien me pudiera informar para recabar datos de mi interés, “dejándome caer”, como el que no quiere la cosa…
Creyéndome convencido, decidí compartirlo con una persona de confianza, sería con mi buen amigo, ¿quién mejor…?; tengo que ponerme “manos a la obra”, pensé, dar el paso decisivo, porque en estos casos “el que no corre vuela”, y como me descuide puedo quedarme a dos velas, además advertí que ya había algún pájaro revoloteando…
-Mira Andrés, me vas a echar una mano, el otro día lo hice yo por ti, así que no me puedes fallar; atiéndeme: de aquellas dos chavalas, la que me gusta es la morena, tenemos que ir para allá, tu te vas con la rubia que ya la conoces, entablas conversación, propones un paseo y salimos los cuatro, si ellas quieren, claro…
-Míralo…, que calladito se lo tenía…, no me has dado tiempo a reaccionar, puesto así, ¿qué vamos a hacer…?, hay que ir para allá…
Efectivamente, todo salió a pedir de boca, como lo había planeado, se rompió el hielo y en lo sucesivo ya no me hizo más falta mi amigo para esto, continué saliendo con ella prolongando el tiempo de manera progresiva, en un principio con su amiga rubia, al poco tiempo ya no nos hacía falta nadie; habíamos adquirido un mutuo compromiso que teníamos que desarrollar con detenimiento, y para ello los dos éramos suficientes…
Todos continuamos manteniendo nuestras respectivas amistades, ella con su amiga rubia y yo con mi amigo Andrés; quizás más reforzadas el ser sabedores que estas amistades habían contribuido al inicio de la formación de una pareja enamorada. Lo que no se podía intuir entonces, que esta pareja estaba destinada a convivir largos años y… los que Dios quiera permitir…
Pues a grandes rasgos así conocí a mi compañera. No todo fue color de rosa, porque a los pocos meses tuve que ausentarme como cualquier hijo de vecino que tiene que buscar su propio medio de vida. Fueron cinco años los que estuve trabajando en una gran ciudad andaluza, lugar de mi primer destino; eran todavía tiempos difíciles, no había demasiados medios disponibles, había que estar separados, así que para estar físicamente juntos hubo que conformarse con las vacaciones de verano y navidad y algunas temporadas que iba ella a la ciudad de mi destino a casa de unos familiares directos de su padre; el resto, a base de cartas, porque el teléfono aún no estaba a nuestro alcance.
En cuanto consideré conveniente, decidí solicitar otro nuevo destino en mi vida profesional, fue Encinasola, allí me había criado, allí vivía mi novia y también mi familia, me lo concedieron; esta era nuestra decisión de pedirlo con la intención de casarnos; porque así lo establecimos de mutuo acuerdo. Dejamos pasar unos meses para preparar algunas cosas, y una vez concluidas, un día catorce de cualquier mes del verano, en la iglesia de San Andrés Apóstol del pueblo, me unía ante Dios con la que se convirtió en mi esposa. Con ella he compartido un gran número de años, con sus alegrías y tristezas, como suele ocurrir en la vida de cualquier pareja, todo llevado de la mejor manera, sobreponiéndonos a la adversidad y disfrutando de lo favorable. Suerte llamo yo a encontrar una mujer con la que convivo desde tanto tiempo, sabiéndonos respetar mutuamente y siendo cómplices en todas nuestras decisiones, ¡cuánto ayuda esto a una agradable convivencia…¡ ; pues así va transcurriendo nuestra vida en común, llena de mutua comprensión, pendiente el uno del otro…
Cordial saludo. Jesús F. Sanz
Que bonito todo lo qu cuentas Jesús; enhora buena y besos a tu esposa.
ResponderEliminarAna
Querido amigo:que ese amor que manifiestas os dure todo el tiempo del mundo,contar cosas así es enriquecedor,no dude en manifestar tu felicidad,no tiene porque molestar o aburrir a nadie.
ResponderEliminarUn abrazo.