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viernes, 23 de octubre de 2009

Los últimos de Picorotos

Caseta de Sierra de Hoyos en la Contienda (muy parecida a Picorotos) Ermita de Nuestra Señora de Flores

Voy a hacer una breve narración de mi estancia y vivencias por tierras marochas, en ocasión de una época de mi vida profesional transcurrida por allí.
Quiero recordar… que era un mes de enero, de cualquier año. Como consecuencia de haber pedido por propia voluntad, me destinaron a la caseta de Picorotos. Emprendí la marcha desde el pueblo, en la calle de La fuente, utilizando como medio de transporte para mi equipaje, porque yo fui andando, el servicio del “costero oficial”, quien disponía de bestias para tal menester.
El camino, de unos siete kilómetros, era bastante escabroso en gran parte de su recorrido; creo que ahora hay pistas en buen estado, por lo menos hasta la “Piedra de los valientes”, donde continúa el camino para Flores. Para ir a la caseta hay que tomar otro camino a la derecha hasta el cruce conocido por “La cruz de la moza”, un pequeño cerro y mi destino.
Cuando llegué, tras presentaciones y saludos me indicaron para mi alojamiento, una vivienda con dos habitaciones, “aseo” y cocina-comedor, del todo suficiente para mi necesidad porque estaba soltero; allí coloqué mis enseres, tarea rápida porque eran pocos, y salí enseguida para charlar con los compañeros y cambiar impresiones. El edificio era bastante grande, rectangular, con once viviendas, nueve medianas y dos pequeñas, todas al patio, éste empedrado y con aceras; disponía también de cuadras, leñera y almacén. Según datos que había por allí, ilustrados con varias fotografías; lo construyó el maestro Viera, (Bocalano, para entender), por los últimos años de los cuarenta, estaba muy bien conservado deduciendo por ello que no sería demasiado viejo. Esta caseta sustituyó a la antigua de Carabineros, cuyas ruinas se encontraban algo más al norte, donde todavía se podía advertir su pequeña estructura, ésta se dedicaba para las dependencias oficiales. El personal se alojaba en viviendas alrededor de las que también se adivinaban sus restos.
Con Dionisio y yo, que llegamos a la vez, se completó la plantilla, gente joven por lo general, solteros y casados, algunos de éstos con hijos pequeños, cuando llegaban a la edad escolar procuraban el traslado de sus padres a un lugar conveniente.
La adaptación al nuevo ambiente no se hizo demasiado dificultosa, aunque el cambio fue brutal, de una gran ciudad al campo.
Con los compañeros sin problemas, todo fueron facilidades dentro de lo posible, es muy confortante que te traten con agrado cuando se llega a un lugar desconocido. La zona la aprendimos con rapidez, era mucha la actividad que se desarrollaba día y noche; cuarenta kilómetros cuadrados de una abrupta superficie en casi toda su extensión. El equipamiento que disponíamos no era de lo más adecuado, pero con algunos “complementos” que nosotros agregábamos resultaba suficiente.
Unas de las cosas que más me llamó la atención fue los enormes bandos de palomas torcaces que pasaban por allí, era su tiempo; millares de individuos aleteando al unísono resultaba impresionante oírlos en el silencio del campo. Al poco tiempo empezaron a salir gurumelos, cuantos había por allí, se veía a poca gente buscarlos, aquello estaba lejos y los medios para el desplazamiento eran escasos, una lástima porque muchos quedaban en el suelo. También había espárragos trigueros y los que se crían entre espinos.
La fauna era muy variada, abundante alguna de sus especies; desde el punto de vista cinegético predominaba la caza menor, creo que ahora hay venados y jabatos. También se veían depredadores, como zorros, ginetas, algún mustélido y poco más. De vez en cuando nutridos bandos de buitres sobrevolaban en círculo sobre la carroña producto de alguna res muerta. Se veían pocos cazadores, no había llegado el “boom” de las escopetas, esto ocurrió años después.
El modo de vida en la caseta era como en cualquier casa de campo de por entonces; el agua había que acarrearla, quinqués de petróleo y lámparas de butano para alumbrase, y para cocinar también butano como en casi todas partes.
Nuestra razón de ser allí, parece que era principalmente para la vigilancia de la zona fronteriza, con las circunstancias políticas que concurrían por aquella época, se extremaba la atención ante una hipotética sorpresa desde el exterior; por ello en todas las fronteras era muy frecuente ver estas unidades ubicadas en primera línea. Otro “porqué” de estar, era el contrabando, en particular de café, era el producto que más abundaba y se movía, torrefacto sobre todo; tenía mucha aceptación en nuestro país, por eso era para algunos, con mucho trabajo y riesgo, un medio de vida. Recuerdo que su coste en origen, era de unos veinte céntimos, actualizando la moneda, claro. Sobre esto no quiero contar más, porque es muy conocido de todos cualquier detalle en que me pudiera extender.
No disponíamos de telecomunicaciones, por lo que la coordinación lugar y hora tenían que ser muy precisos. Nuestro único contacto era la correspondencia que en situaciones normales la traía el costero. Cuando se trataba de algún asunto más especial, el jefe me proponía que lo hiciera yo, al ser sabedor que tenía mi familia en el pueblo, oferta que rara vez rechazaba pues me venía muy bien para visitar a los míos, aunque tuviera que regresar al atardecer.
La vida en la caseta transcurría sin sobresaltos, parecía que la madre naturaleza potenciaba las defensas biológicas de sus moradores, es broma. Ocurrió un caso que no quiero omitir; se trató de la mujer de un compañero que se hallaba en estado; una noche sintió síntomas de aborto, así que se dispuso su inmediato traslado al pueblo, para lo cual se utilizó una camilla de campaña que había para casos de evacuaciones de heridos o enfermos, aquello fue una verdadera proeza, cinco hombres, por el camino ya descrito y a oscuras, consiguieron su objetivo: llegar a tiempo para que la mujer se salvara, el feto no.
Los domingos y días festivos no tenían más de extraordinario que el reunirse por las tardes todas las familias para tomar café, echar alguna partida y escuchar la radio para seguir el carrusel deportivo y comprobar la quiniela. En la festividad de la Patrona compartíamos alguna comida extraordinaria. Luego Nochebuena, que celebrábamos conjuntamente. La llegada de los Magos era preparada con la mayor imaginación posible para los pequeños, que se lo pasaban en grande. En primavera también se celebraba el cumplimiento pascual, se montaba un altar con muchas flores para que cuando llegara el cura lo tuviera todo dispuesto; después de la celebración se hacía una comida colectiva para todos los asistentes.
En general, misiones aparte, era una agradable convivencia, había muy buena disposición por parte de todos para colaborar y salvar obstáculos, principalmente motivado, creo yo, a la juventud existente, de otra manera hubiera sido complicado. Hay algo que no quiero que se me pase, se trata de la ermita de la Virgen de Flores, estaba ubicada en la zona de nuestra unidad, parecía algo contradictorio sabiendo que en el pueblo había un puesto que se llamaba precisamente “Flores”. Así que íbamos con mucha frecuencia, echábamos el ratito con los ermitaños, que era muy agradable departir con ellos. Yo estuve en dos romerías por razones de trabajo, pero era igual, de una manera u otra asistíamos casi todos, a excepción de algunos que se quedaban en la caseta por razones obvias.
Muchas más cosas puedo contar de mi estancia en Picorotos, pero he querido tratar este tema ajustándome a las bases de privacidad que he considerado oportunas y a pesar del tiempo transcurrido. Así que no quiero extenderme más y voy a terminar enseguida.
Recuerdo que era por primavera cuando se empezó a rumorear que aquella unidad iba a desaparecer; cual fue nuestra sorpresa que al poco tiempo los rumores se hicieron realidad, que estaba ya todo dispuesto, que debíamos de pedir de inmediato nuevo destino dentro de la provincia; yo pedí y me quedé en el pueblo, aunque estuve poco tiempo por razones que no vienen al caso.
Esta caseta y la de Sierra de Hoyos en La Contienda, en principio, se habilitaron como destacamentos para seguir desempeñando similares cometidos a los anteriores; allí empezamos a ir seis hombres en turnos de seis días; pero todo era distinto, muy distinto. Cuando llegabas y advertías la soledad y el silencio existentes, era como si se te cayeran los palos del sombrajo; parecía oírse el eco de las risas y llantos de aquellos niños que tanto alegraban con su presencia; las voces de sus madres, ¡Gregoritooo…¡, ¡Juaniii…¡, el constante patear sobre el empedrado de la cuadra, de aquella enorme mula tan inquieta y peligrosa, que hasta su cuidador tenía que extremar precauciones; en fin, tantos y tantos recuerdos de aquellos detalles que “acompañaban” a pasar aquel modo de vivir un tanto atípico.
Ahora también de éstas sólo quedan sus ruinas, como de la antigua caseta de Carabineros.
Dedicado a los contrabandistas y compañeros que frecuentaron aquella tierra, memorando las penurias que pasamos todos por esos andurriales. Un abrazo para los que quedan y para los que ya marcharon, mi más respetuoso recuerdo.

Cordial saludo. Jesús F. Sanz

28 comentarios:

  1. Picorotos estaba olvidado en mi subconciente y el leer este artículo ha renacido. Mi padre fue de los que hacían turnos de seis días, mientras nosotros lo esperábamos en el pueblo. Me ha enacantado recordar....
    Un saludo.

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  2. Siento que no me digas quien era tu padre, casi seguro que le conocería. Este sistema de partidas yo lo viví poco tiempo, como cuento en mi relato, hice una en Picorotos y otra en Sierra de Hoyos. Enseguida marché por esas tierras de España, donde pude recorrer algunos sitios. También estaban allí mi padre, Jesús y mi suegro, Eulogio; no sé si los recuerdas. Mi padre ya nos dejó hace veinte años, y mi suegro aún se empeña en vivir a pesar de sus limitaciones. Yo vivo en Huelva, ya jubilado, contemplando como pasa la vida...
    Cordial saludo.

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  3. Comentando con mi padre el relato, le hablé de su nombre y posiblemente si le recuerde usted. Si estuvo destinado en La Nava y por aquel entonces vendió un Seat 127, mi padre fue el comprador. Eso si él no está equivocado... ya son unos años los que pasaron, aunque sigue teniendo muy buena memoria. UN SALUDO.

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  4. Efectivamente, yo vendí el coche que dices a un guardia de Encinasola estando yo en La Nava, pero no recuerdo conocerlo porque quien hizo la operación fue el representante de Seat en Aracena, para rebajarme del importe de otro nuevo que compré. Te estoy hablando del año 78, 32 años, fíjate si ha llovido...
    Cordial saludo

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    1. d.jesus me gustaria saber si conocio a mi padre de nombre JUAN ANTONIO SANCHEZ lo llamaban juanantonio aunque antonio es el primer apellido muchas gracias por este blogs me trae recuerdos bonitos

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    2. La verdad es que no recuerdo haber conocido a tu padre en el Puesto de Picorotos, aunque pensándolo mucho me ha venido a la memoria un compañero que se llamaba así, pero no estaba en el mismo sitio que yo, aunque sí residía en Encinasola, pudiera pertenecer a cualquiera de los otros tres puestos más que había en este pueblo; éstos eran Sierra de Hoyos, Flores y Encinasola
      Me alegro que te haya gustado el blog, como ves hay varias entradas que se refieren a mi estancia en aquel pueblo que también para mí trae recuerdos muy agradables, porque los otros hay que olvidarlos...
      Cordial saludo

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  5. como recordatorio le diria que un año de romeria de flores la casa donde viviamos en la calle oliva salio ardiendo al parecer por algun cohete yo recuerdo cuando me llevaba en la bicicleta sentao en la barra al punto y despues andando hasta la caseta eso si que era darle a los pedales tambien recuerdo que igual hacia guardias en el pueblo como en otros destinos cuando nos vinimos a sevilla mi padre era el jefe de cocina de la residencia de verano que hay en mazagon los compañeros cariñosamente lo llamaban don cicuta por que no dejaba pasar una en temas alimentarios tambien era jefe de cocina en la caseta de la feria de sevilla muchas gtacias por contestar y lo dicho leer sobre estos recuerdos me encantan ahora mismo tengo carne gallina como se suele decir gracias gracias

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  6. conocí y recuerdo con mucho cariño al que llevaba el costo a la caseta del picoroto. vecino de la calle de la fuente- Don.V. R.

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  7. ¿Te refieres a Vicente Ramirez?, el señor Vicente, como cariñosamente le llamábamos; era una persona muy entrañable, cada día comía en una casa, lo teníamos muy mimado, la verdad que se lo merecía porque era muy atento y servicial.
    No sé quien eres, puede que te conozca a ti o a tu padre, yo estuve allí en los años 68 y 69, que fue en éste último cuando quitaron el puesto y nos acoplaron a cada uno en un sitio; yo me quedé en Encinasola pero estuve poco tiempo.
    Cordial saludo, anónimo...

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    1. Mi padre estuvo allí ,sería el año 67,la mula que llevaba el agua le llamábamos "La Tata",todos nos escondimos, era miedo.. Saludos

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  8. Entranable relato, mi padre estuvo alli detinado, hasta la desaparicion el cuartel, yo vivi alli hasta los 4 anos, despues nos fuimos al pueblo. En relacion al relato sobre la mujer que se puso de parto, fue mi madre, ella nos cuenta el hecho. Y es cierto que tuvo un principio de aborto, pero al final no llego a tenerlo, mas aun, nacio mi hermana. Tengo todavia recuerdos del cuartel y de algunos de los que alli vivimos. Un saludo.

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  9. Otro anónimo comentado aquí, otro que me gustaría conocer para saber de quién se trataba; pero bueno, es una voluntad muy respetable.
    Creo, señor anónimo, que estamos hablando de casos diferentes; hace mucho de aquello y casi no me acuerdo, pero tendrá que quedar en la duda al no saber quienes eran las personas que participaron.
    Cordial saludo.

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    1. Perdon por lo del anonimo, me cogio un poco tarde y tenia que trabajar, mi padre era de apellido Lucena, vino procedente de Tarifa y estuvo destinado en Picorotos hasta que quitaron el cuartel, y despues paso al pueblo donde estuvo destinado hasta que paso a la reserva, creo recordar que hasta el ano 84.

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  10. Me acuerdo perfectamente de Lucena y de ti también, porque supongo que serás el hijo mayor, perdona que no recuerde tu nombre, (¿Quizás Manuel?). Muchas cosas se podrían comentar de aquel tiempo en Picoroto, pero necesitaríamos otro medio para hacerlo, aquí tendríamos que escribir mucho; lo vamos a dejar en recordar aquello como una simpática experiencia vivida allí a pesar de las condiciones en que encontrábamos. Cordial saludo...

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    1. hola,haces referencia a un guardia EUGENIO, yo recuerdo a uno llamado asi pero estaba en Picorroto alla por el 1953 o 54, cuando yo tenia 13 años .En aquel entonces el costero e ra el Tio Curro y la mula que teníamos era La Tata. Mi padre era el cabo Rios. U n saludo.

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  11. Hola, Pedro; en los años a que te refieres había en Picoroto un sargento que era el comandante de puesto y efectivamente se llamaba Pedro Ríos, tenía un hijo que también se llamaba Pedro y estaba en el seminario. me parece que eras tú. El guardia Eugenio que mencionas, no se llamaba así, se llamaba Eulogio, después fue mi suegro. A mi mujer con otros niños del cuartel, me dice ella, les dabas clases cuando ibas de vacaciones. Tengo entendido que tu familia vivió o vive en Pilas (Sevilla), que tú después ingresaste en la Guardia Civil y desde esta localidad tu hermana no sé por qué medio le mandó saludos a mi mujer. Hace tantos años de todo esto que no se puede concretar con precisión. Un saludo y gracias por tu comentario.

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  12. Hola, mi madre vivió allí de septiembre a diciembre del 62. Mi abuelo se llamaba Lino Mancebo y fue el comandante de puesto durante esos tres meses. Aunque fue poco tiempo, mi madre lo recuerda como una experiencia bonita. He entrado aquí por casualidad y nos han encantado todos los comentarios porque coinciden con todos sus recuerdos, incluido el costero Sr. Vicente, al que recibían todos los niños cuando llegaba como si se tratase de los Reyes magos. Un saludo a todos.

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  13. Yo tendría unos 6 años cuando estuve allí, sería el año 1967,mi padre se llamaba Mariano,creo que estaba de comandante de puesto.

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  14. Yo estuve en picorotos en el año 61 y mi padre se llamaba Mario cuaresma

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  17. A mediados de junio intenté llegar a la caseta en bicicleta desde encinasola pero no di con ella, me gustaría que alguien me echara una mano 60 años después.

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  18. Vamos a ver si te puedo ayudar. Sales del pueblo por el camino de la Ermita de la Virgen de Flores, cuando llegues a "La piedra de los valientes", unos cinco kilómetros, coges el camino de la derecha que va hacia la caseta; a poco tiempo llegará a otro cruce de caminos llamado "La cruz de la moza", había allí las ruinas de una vieja casa, te encaminarás de frente cuesta arriba, cuando llegues a la altura máxima del cerro ya verás abajo a la derecha las ruinas de la caseta de Picoroto. Está rodeada por una alambrada para protegerla, no sé si dejarán pasar ni tampoco a quien hay que pedirle permiso; es cuestión de preguntar en el Ayuntamiento. Espero que te sirvan de ayuda estas indicaciones. Cordial saludo...

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    1. Le agradezco las indicaciones seguro que dare con ella en ese caso se lo haré saber, muchas gracias y un cordial saludo.

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  19. Hola buenas tardes, estos días de atrás, por fin, pude visitar la Caseta de Picoroto, después de dos años de intentos, encontré a un personal muy cualificado que me llevó perfectamente, tengo alguna vinculación con el tema si bien, por edad lógicamente, no la habité, está conservada exteriormente si bien en su interior figuran algunas reformas modernas, aunque se aprecian suelos, paredes y techos originales, le faltan todas las puertas interiores y la techumbre de las cuadras. Me ha ilusionado muchísimo el conocer todos los datos que habéis aportado y en concreto me gustaría, si alguien tiene referencia, que indicaseis desde, aproximadamente, cuando se ocupó por la Guardia Civil y hasta cuando (aunque he leído que en el 1969 se marcharon al pueblo de Encinasola).

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    1. Mi padre estuvo allí en el 61
      Se llamaba Mario Cuaresma, he intentado 2 veces llegar en bicicleta sin conseguirlo ahora en septiembre haré otro intento ya tengo las coordenadas me hace ilusión porque tenía 6 años y ahora 66 espero conseguirlo esta vez.

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  20. Yo viví en Sierra de hoyos, sería por el año 1966. Nombres como Ana Mari, el guardia Rico perduran en mi memoria.

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  21. Mi padre también estuvo en Picoroto con mi madre, mi hermano y yo que éramos pequeños. Mi padre era Fernando Díaz Trejo. Aunque era muy pequeña tengo algún recuerdo. Cuando nos reuníamos en el patio y cantábamos, había un guardia que tocaba la guitarra. También recuerdo que había gallinas detrás del cuartel...

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