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jueves, 29 de octubre de 2009

En mi huerto te criaste...

Siempre me han llamado mucho la atención las expresiones y dichos populares, es el ejemplo del caso que nos ocupa. Muchas veces he oído esta frase “en mi huerto te criaste…”, la intención parece evidente, se aplica a alguna persona que la trayectoria de conducta en su vida no es del agrado de quien hace esta especie de reproche.
Por razones familiares, como he explicado, frecuento mucho Rosal de la Frontera; es sabido que esta localidad, de unos ciento setenta años de existencia, tiene mucha raigambre marocha; no hay más que consultar los archivos para advertir que la mayoría de los primeros “pobladores” eran de Encinasola. He entablado en Rosal varias amistades con las que departo muy buenos ratos de tertulia. En una de las ocasiones, mi amigo Ramón, comenzó a relatar el “soniquete” con el que termino este artículo; entonces le interesé que me detallara más, y a grandes rasgos me explicó que el origen de esto procedía de cierto hortelano que plantó en su terreno un árbol, en la creencia que era un cerezo. Pasó el tiempo y aquel vástago adquirió un colosal tamaño, pero de cerezas, nada de nada; es más, no daba ningún tipo de fruto. Optó por aguantarlo algún tiempo, y al ver que persistía su esterilidad, decidió talarlo; y así lo hizo, después le quitó las ramas y la corteza y le dejó sólo su hermoso tronco para que secara y se curara en lugar apropiado. Una vez que estaba en condiciones la madera, lo primero que fabricó fue un pesebre que instaló en la cuadra, y con el trozo de tronco restante se decidió a usar de sus habilidades tallando la figura de un “santo”, como él decía, no se conoce si le puso nombre; lo que sí es cierto que una vez terminado, lo colocó encima de la cómoda de su habitación, con la intención de rezarle todas las noches al acostarse. El bueno del hortelano, dentro de su elemental preparación, (que para rezar no hace falta) así lo hacía; rogando por sus necesidades que él consideraba más perentorias, pero su “santo” no le oía; y así noche tras noche, hasta que el pobre hombre desesperó, y plantándose delante le espetó:

Con ilusión te tallé
para poderte rezar
y por mucho que lo hice
no me resolviste “ná”
Del pesebre de mi burra
eres hermano carnal
cómo voy a esperar favores
del plato de un animal…
En mi huerto te criaste
y nunca el fruto te ví
los milagros que tu hagas
que me los cuelguen de aquí (¿)

Cordial saludo. Jesús F. Sanz

6 comentarios:

  1. Saludos Jesús, me gusto mucho tu relato y me ha recordado a mi padre, el siempre decía ese chascarrillo de "en mi huerto te criaste....Sigue escribiendo, que siempre es un placer leer cosas relacionadas con La Sierra en general y con Encinasola en particular, como tu dices saludos cordiales.

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  2. Yo no había escuchado nunca esa expresión, pero en el caso que explicas es muy acertada, a mí también me ha gustado mucho tu historia.
    Saludos.
    Carmen

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  3. he llegado a este dicho y a tu blog desde un emigrante andaluz (ibro, jaen)

    y después de andar rastreando dichos y refranes "golfos" que empecé con el san cucufato(san antonio de padua)y su

    San Cucufato,
    los güevos te ato,
    y hasta que no aparezca
    no te los desato.

    que acabo de oir en un fiesta y tenía oído en:

    http://www.youtube.com/watch?v=7xnZV9wvPWg

    buen blog, un saludo.

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  4. Mi madre me lo decía cada vez que yo hacía algo que no cuadraba mucho con su idea, o cuando intentaba alguna cosa que luego no conseguía. Gracias por hacer que recuerde a mi madre y la añore.

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  5. Me ha encantado la historia
    Mi padre decía mucho... Me hubiese gustado que supiera la historia
    Gracias

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  6. Lo he escuchado desde joven, sabía la historia.
    En mi huerto te criastes y de tu fruto no comí, los milagros que tú hagas, que me los claven aquí,

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